Colocando una luz en una caja protectora se la puede llevar fácilmente y proteger del viento y la lluvia. A esa caja o recipiente se la
Lámparas Antiguas
Cuando el hombre primitivo comenzó a servirse del
Probablemente de esta observación provino la idea de hacer una lámpara. Encontró piedras de forma parecida a platillos, las llenó con grasa
El pabilo quedaba empapado de grasa derretida y ardía con una llama débil y humeante.
Los esquimales queman todavía hoy, para alumbrarse, grasa de foca en recipientes planos de piedra.
Las lámparas más antiguas consistían en
Las lámparas de grasa y
De entre todos los medios de que el hombre de épocas pasadas se valió para alumbrarse ninguno quizá tuvo más importancia que la vela. Se hacían las velas con grasa animal que se ponía alrededor de un pabilo. El sebo fue una de las grasas preferidas. Después se advirtió que la
Evolución de la Linterna
La parte protectora de las más antiguas y burdas linternas consistía simplemente en una caja con ciertas perforaciones que dejaran pasar la luz. Para que el viento o la lluvia no apagaran la llama era preciso que dichas perforaciones fueran pequeñas, lo que se resolvía en que la utilidad de la linterna como medio para alumbrar fuera muy relativa.
Se imponía, pues, que las aberturas pudieran ser mayores, pero se imponía también cubrirlas con algo que impidiera el paso del viento o la lluvia. No se había inventado aún el vidrio. Recurrió el hombre a algunos otros materiales que la naturaleza le brindaba, como delgadas láminas de cuero. Los chinos idearon proteger la llama con faroles de papel, origen de los conocidos farolillos que todavía se usan sobre todo con propósitos ornamentales.
La invención del vidrio permitió perfeccionar la linterna y a medida que el vidrio fue siendo más barato fue desplazando a los otros materiales. Con trozos de vidrio plano se cerraban las ventanas o aberturas que se dejaban en las linternas. Algunas de éstas solían utilizarse para colgar de postes adecuados o colocar en las paredes.
El uso de combustibles líquidos, como la querosina, permitió perfeccionar también los quemadores. Se fabricaron de latón, por ejemplo, capaces de utilizar una mecha tejida de algodón que puede bajarse y subirse a voluntad con el fin de regular la intensidad de la luz. Y en torno de este quemador se puso un tubo de vidrio para defender la llama de las corrientes de aire, que servía también como chimenea. El calor de la lámpara causaba un tiro de aire. Debido a este tiro ascendente penetraba más aire en el quemador. Como la llama se alimenta del oxígeno del aire, esta chimenea contribuía, además, a que la llama ardiera con mayor brillo.
Hay linternas más modernas que emplean gasolina como combustible y que están dotadas de un quemador que calienta una caperuza especial. Esta cuelga del quemador y cuando se la enciende arde y deja una ceniza menuda. Esta ceniza luce brillantemente cuando la calienta la llama. En los lugares donde no se cuenta con electricidad, las linternas de gasolina proporcionan un alumbrado muy superior al que se obtiene de lámparas de querosina o de velas.
Hay también las llamadas linternas sordas en las que, por lo común, la luz va oculta dentro de una caja dotada de una puerta o ventana que puede abrirse para dejarla pasar cuando así se desea. Y existe la linterna mágica, que es un aparato mediante el cual se pueden proyectar imágenes amplificadas sobre una pantalla adecuada. La linterna mágica puede considerarse el antepasado inmediato del proyector de cine.
Evolución de la Lámpara
Es muy grande la diferencia que existe entre las modernas lámparas eléctricas, que a la vez que alumbran constituyen un elemento decorativo, y el rudimentario
Durante siglos fueron pocas las modificaciones que se hicieron a las lámparas primitivas, que consistían sólo en un recipiente de barro
Ya en pleno siglo XVIII aparecieron las primeras lámparas con quemador que permitía subir o bajar la mecha a voluntad. Más tarde, un francés de apellido Quinqué discurrió emplear un tubo de vidrio para el tiro. Así se creó el quinqué.
El perfeccionamiento de los mecheros realizado en los primeros años del siglo XIX contribuyó a la eficacia de las lámparas de aceite usadas en los faros. Dichas lámparas continuaron en uso hasta la introducción del gas de hulla, que permitió eliminar el uso de la mecha. Hacia el año 1880 Auer introdujo la lámpara de caperuza de que ya se habló.
Si bien con la disponibilidad de mejores combustibles se hicieron de uso mucho más práctico las lámparas, seguían éstas presentando inconvenientes y representando peligros que la electricidad vino a eliminar. La evolución de la lámpara ha continuado y, en años crecientes, han aparecido las lámparas eléctricas de luminiscencia, tales como las de neón, vapor de mercurio, vapor de sodio, etc.
no dice como se llaman
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